viernes, 16 de mayo de 2014

VARIOS APORTES DE DIFERENTES AUTORES PARA ESTE TIEMPO. Quinta parte

 
Y ahora hablemos de liberación, de cómo liberarnos de los ciclos terrenales y salir del samsara. ALGO MUY IMPORTANTE PARA TODO BUSCADOR.

 Llegó a mis manos otro libro de Felix Gracia titulado “Hijos de la Luz” y me cautivó, porque mi interior sabia con certeza que lo que expone en este libro es así efectivamente. Veamos habla de reencarnación y resurrección.


“En occidente la reencarnación no es un concepto fácilmente aceptado debido, fundamentalmente, a que la religión postula otra solución entendida como resurrección. Dos caminos distintos nacidos de objetivos diferentes.  Reencarnación y resurrección son dos conceptos excluyentes, dos vias alternativas ofrecidas al mismo protagonista, que es el hombre caído, pero cuyos efectos son radicalmente distintos. Esa es la clave.  El hombre caido, el que se cree del mundo, el que ha “pactado” con el ínferos, con este mundo que cree tan real, el encadenado a la Ley de los mundos inferiores es el que reencarna una vez tras otra, porque la reencarnación es el recurso de la Ley para mantener el encadenamiento, para prolongar la ilusión.  Reencarnar, en consecuencia, no es ninguna solución, sino la prueba más palpable de estar “enganchado” a la película virtual. La prueba de que estamos “muertos”.

De poco sirve, pues, opinar acerca del tipo de encarnación que estamos protagonizando. Ni siquiera el hecho de tener una encarnación, aparentemente ventajosa, puede ser motivo de satisfacción. De nada sirven tales reflexiones sino es para la autocomplacencia. Cada reencarnación, cada vida que se inicia está organizada conforme a la Ley que la regula, cuya tendencia, ya lo hemos advertido, es perpetuarse.  Pero también es cierto que en ella se dan todas las circunstancias para que el dormido despierte; las condiciones suficientes para que el hombre caido salga de su encadenamiento. Cada encarnación, en definitiva, es una oportunidad para poner fin a la rueda.

Cuando esta experiencia se da, cuando el hombre caido descubre el engranaje que le mantiene encadenado, cuando ha comprendido que –Dios es ajeno al dolor, cuando acepta que no ha habido separación, ni pecado, ni condena, cuando se siente amado por el Padre sin límite ni condiciones, cuando acepta que es un ser bienaventurado, heredero del cielo, cuando decide volver a la casa del Padre poniendo fin al exilio, entonces, el hombre caído, el morador del infierno, el “muerto” ¡resucita¡. La resurrección es el fin del exilio, la liberación de la Ley del ínferos, la recuperación del Paraíso, el nacimiento del Hombre Nuevo.

Asi como la reencarnación acompaña al hombre caido, al que las escrituras llaman Hombre Viejo, la resurrección es el sello de identidad del hombre liberado, del ascendido a la Gloria. La reencarnación sucede a la muerte fisica sin que nada esencial haya cambiado, mientras que la resurrección se produce en vida y es la evidencia de un cambio trascendental:  el hombre caído ha salido de su estado de dependencia recuperando el estado original. ¡El hombre “muerto” ha resucitado¡.

Jesús recorrió el mismo camino de los hombres y tal vez cayó en sus mismos abismos de soledad y temor, porque su función en el Plan no era actuar con ventaja, sino despejar el camino de maleza o, tal vez, trazar el camino. Toda la atención del Plan de Dios, estuvo centrada en Él. El Universo entero siguió, conmovido, sus pasos.  Jesús era la esperanza de toda la Creación y la clave del Plan para el cumplimiento total de la Ley. Ese fue su pacto de amor. Eso fue lo que le trajo al mundo: el cumplimiento de la Ley.

 

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